sábado, 8 de septiembre de 2012

EL ESTRESANTE PROCESO DE SELECCIÓN Y LA INFLUENCIA ECONÓMICA


Tal vez el participar de un proceso de selección es uno de los momentos más estresantes de nuestro crecimiento profesional, desde que recibimos la llamada y agendamos fecha, hora y lugar; revisamos nuevamente nuestra hoja de vida, escogemos el mejor traje del closet, y frente al espejo ensayamos las posibles preguntas de la entrevista.

Es inevitable que los nervios se hagan presentes camino a la dirección que apuntamos o grabamos en nuestra memoria (siempre optaba por la segunda opción, pero una ayuda memoria me acompañaba en la billetera). El panorama se vuelve aún más complicado cuando a pocos minutos de encontrar el lugar, observamos a los otros potenciales competidores, la gran mayoría acompañados del sobre color asiático.
Es inevitable encontrar entre los potenciales competidores a los típicos candidatos: los recomendados, cuya tranquilidad está basada en el nombre de esa persona que resulta ser el amigo, del amigo del dueño (que obviamente ni esta enterado de su existencia); los nerviosos, cuyos ojos recorren a gran velocidad la sala de espera, y el movimiento de sus dedos son dignos de ser utilizados por Richard Clayderman; los distraídos, que llegan agitados después de haber paseado por todo el edificio buscando la oficina y cuando sonríen, un juguetón orégano entre sus incisivos, delatan la pizza ingerida minutos antes.
DESCUBRIENDO A LA ECONOMÍA SELECTIVA
Como todos sabemos, el proceso de selección no es otra cosa que la elección del candidato ideal y la economía no podía estar ajena a la optimización de las decisiones, entonces el Premio Nobel de Economía en 2001, JOE STIGLITZ introdujo la teoría del filtro que, enfocada desde la perspectiva de producción nos dice: “la formación no añade nada a las características productivas del individuo, sino que pone de manifiesto las características innatas como la inteligencia, perseverancia, capacidad de trabajo y disciplina”.

Entonces basados en su teoría, el sistema educativo, o proceso de formación, se convierte en un mecanismo de filtrado, que etiqueta a la población según el número de pruebas que ha conseguido pasar con éxito; ese filtro no se convierte en información relevante en el proceso de selección de personal del empleado, porque el criterio del filtrado en este proceso es la información sobre determinadas capacidades, innatas a los individuos, y de relevancia productiva.

Quitémonos la presión en estos procesos, confiemos en nuestras habilidades que reflejen productividad y demostremos que “todos somos economistas”.

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